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Centroamérica entre líneas: un blogcast de libros
Presente estás
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Presente estás

de Amanda Castro

Entendemos la identidad como una construcción subjetiva que se elabora en un proceso dialéctico entre lo que se piensa individualmente, esto es en el ámbito personal y las diferencias y/o similitudes que se encuentren con las demás personas con quienes se interactúa, es decir en el ámbito social.

La manera como cada persona se identifica y define, depende siempre de las miradas de quienes conforman su entorno, que funcionan como un espejo. Los grupos de pertenencia, es decir, aquellas personas con quienes se comparten características, sucesos, actitudes, gustos, entre otros, son relevantes en la configuración de las subjetividades y contribuyen a que esta pueda ir cambiando. En ese sentido, la perspectiva socio constructivista plantea que las identidades se construyen socialmente, por lo tanto, no son únicas e inalterables en la historia de vida de cada persona, tampoco son estáticas, sino que son fluidas y adquieren múltiples manifestaciones.

Es por ello que, para muchos de nosotros, puede ser una tarea complicada entender la diversidad existente dentro del abanico de colores de la diversidad sexual, pues no todo se resume en blanco o negro, en azul o en rosado. Todo parte de comprender las diferencias entre el sexo biológico, esto es aquel que nos asigna el doctor basado en los genes, hormonas y partes del cuerpo (como los órganos genitales) con los que nacemos, el género, es decir el que se refiere a la manera en que la sociedad cree que tenemos que vernos, pensar y actuar como niñas y mujeres, y niños y hombres, y la identidad de género que se refiere a cómo nos sentimos en nuestro interior y cómo expresamos nuestro género a través de nuestra manera de vestir, de comportarnos y de nuestra apariencia personal.

El sistema patriarcal heteronormativo ha designado de manera binaria las identidades de género y ese ha sido el rasero que ha medido nuestra existencia como seres humanos; sin embargo, paulatinamente se ha comenzado a resquebrajar ese andamiaje. Las categorías para entender, no solo las identidades, sino también las orientaciones sexuales y expresiones de género, comenzaron a abrirse. Actualmente, esa diversidad de cuerpos que varían del estándar corporal binario, se nombran como orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género no normativas.

Hay muchas etiquetas para describir por quién sentimos atracción romántica y sexual: lesbiana, gay, bisexual, queer, asexual, heterosexual. Más allá de encontrarle una definición a cada una de estas acepciones, sea como sea, la orientación sexual es solo una parte de quien somos.

Posiblemente la orientación sexual se comienza a definir cuando somos pequeños. Esto no quiere decir que sentimos algo sexual, simplemente significa que sentimos que ciertas personas nos atraen. A medida que crecemos, estos sentimientos se hacen más fuertes y forman nuestra identidad sexual. A veces esta cambia con el tiempo y a veces se mantiene estable durante toda la vida. Sin embargo, la orientación sexual no se puede cambiar con terapias, tratamientos, la presión de tu familia o amistades.

Este proceso de autodescubrimiento está marcado por el contexto social que nos envuelve. Centroamérica es definitivamente una de las regiones más violentas del mundo en la actualidad, y si bien es cierto que esta afecta a todos los estratos y grupos sociales, son las personas LGBTIQ+ las que se ven impactadas de manera desproporcionada por un patrón de desplazamiento violento, violencia sexual, desapariciones, reclutamiento forzado en las fuerzas armadas, pandillas y extorsiones. Un panorama nada alentador al que se suma que grupos conservadores, nacionalistas y evangélicos están usando los temas LGBTIQ+ para luchar contra la igualdad de género, buscando y produciendo una reacción negativa tanto para los derechos de las personas LGBTIQ+ como de las mujeres.

Y es que ser mujer, indígena y lesbiana en Centroamérica es un triple sesgo negativo y puede significar un boleto hacia la muerte, especialmente en el istmo centroamericano, una región especialmente hostil para las mujeres y sus derechos.

Aceptarse lesbiana implica desandar los miles y miles de años que el sistema patriarcal se ha tomado para afianzar el modelo de mujer requerido de acuerdo con sus parámetros y necesidades. Asumir la identidad lésbica, ya sea de manera pública o en el ámbito privado, ha significado un proceso largo y muchas veces hasta doloroso. Definitivamente, identificarse como lesbiana es todo un acto de valentía en Centroamérica.

Valiente y única como la poeta hondureña Amanda Castro, de la que Blanca Guifarro, también poeta de Honduras, dijo que Amanda abre las ventanas de par en par, en el desafío de las mujeres en un mundo misógino y opresivo, al dimensionar la subjetividad femenina bañada por el fuego, el agua, el placer, el dolor, la muerte y la esperanza.

Y lo podemos constatar con la lectura de su poemario Presente estás.

Este libro es un delicioso homenaje de la Red Lésbica Cattrachas, en conmemoración del décimo aniversario de la muerte de Amanda Castro, una de las hondureñas más sobresalientes de la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI y en el marco de la celebración del 20mo. aniversario de Cattrachas, una organización no gubernamental lésbica feminista dedicada a la defensoría de Derechos Humanos de las personas LGBTI en Honduras. Esta se fundó́ en el año 2000 como respuesta al contexto de violencia ejercida hacia personas sexo - género diversas.

La escritora e investigadora hondureña María Eugenia Ramos, en su prólogo Mujer que cambió el curso del sol, nos ofrece un aliento esperanzador ante los oscuros tiempos que vivimos mediante un colorido retrato con pinceladas de la vida y obra de la poeta hondureña Amanda Castro.

Las composiciones incluidas en Presente estás han sido compiladas por la escritora feminista hondureña Victoria Ochoa. Antes de centrarse en el poemario seleccionado, Victoria plantea una reseña biográfica y bibliográfica de Amanda Castro, en la que desgrana la creación literaria, mayormente poética de la poeta. De estos preámbulos, nos llama la atención el análisis que la compiladora realiza del único legado narrativo que se conoce hasta este momento de Amanda Castro. Bajo el título Sujeta en proceso, Victoria Ochoa estrecha puentes entre los horizontes literarios y de vida entre Amanda Castro y la ensayista y escritora argentina Alejandra Pizarnik.

La obra Presente estás está dividida en tres partes y viene arropada por un emotivo homenaje Para Amanda en forma de poemas de dedicados a Amanda Castro por parte de algunas figuras esenciales de la literatura contemporánea hondureña con voz de mujeres: Amanda de mis encuentros de Laura Elena Yenes, Fruta rara de Lety Elvir, Caminatas de Blanca Guifarro y Amanda Castro de Patricia Toledo.

En la primera parte encontramos los poemas La miel de mi esperanza, El piano II, Anochece en mi piel y te busco, Estuviste aquí, Hecha de palabras, Presente estás, Y cuando ausente estás, Y dejaron de dolerle los adioses. La segunda parte incluye sus composiciones Otras inéditas de Amanda Castro, destacando los títulos De exorcismos y otros brebajes, Si de milagros se hablaba, A dos voces y Mujer en el espejo. La tercera parte incluye el título Homenaje ántemo, en la que la poeta, consciente de que su tiempo se agota por su estado de salud, nos ofrece una lección de valentía, con un agradecimiento lleno de afecto y amor.

La poeta Amanda Castro simboliza a la Honduras que se resiste a la corrupción, a la dictadura, a la homofobia, a la misoginia; de esa Honduras que crea y construye, aun en un contexto de tiranía, corrupción y desesperanza. Amanda Castro fue una mujer sin tapujos, adoradora de la libertad individual, feminista comprometida con la lucha por la igualdad de género. Fundó de su propia voz y abrió el camino para otras voces.

Ante la ausencia de espacios reflexivos sobre autoras y autores hondureños y especialmente sobre poetas feministas, Amanda Castro fue de las pocas poetas que han llevado la lucha feminista tanto en las calles como en los textos e incluso en la academia. Probablemente, aún por encima de su legado literario, las contribuciones más importantes de esta mujer, intelectual, activista y poeta, hayan sido justamente en estas luchas, especialmente en la construcción de las identidades femeninas en Centroamérica. La poesía de Castro se centra primordialmente en las mujeres y sus experiencias, caracterizada por el carácter plural y de constante búsqueda tanto de un lenguaje de reconocimiento como de planteamientos críticos y libertarios de las mujeres. A través de su obra intenta poner en manifiesto las vivencias de mujeres en distintos contextos a manera de ser el vehículo que transmite estas subjetividades. Una posibilidad de significado de palabra-mujer para Castro es aportar a la historia literaria sujetas femeninas que cuentan su vida desde primera persona, que evocan su pasado y su presente para que nadie les robe la voz, ni la palabra.

La voz de Amanda, que se filtra entre versos y líneas, es un alegato y una disputa con los prejuicios y la violencia ya sea real, ya sea simbólica de la dominación patriarcal en las relaciones de género. Castro plantea múltiples situaciones en las que las mujeres se enfrentan al patriarcado desde distintos aspectos, ya sean una violación a una menor, la subordinación de una esposa, las torturas físicas a las mujeres o la condena de una relación lésbica. Y este último elemento, el lesbianismo, es primordial para comprender tanto el trasfondo del ideario de la poeta Castro como su fuerza de voluntad y energía para atreverse a cuestionar los esquemas de una sociedad heretonormativa y machista como la hondureña, y por extensión, la centroamericana.

Para Amanda Castro, su obra Quizás la sangre sea uno de sus libros más importantes ya que marca su salida del clóset poéticamente; aunque su discurso poético ha sido siempre lésbico, muchos y muchas se han negado a verlo como tal, porque había estado dirigido a Honduras tratada como mujer, y eso en la cultura sí es admisible, mientras que una mujer escribiéndole poemas de amor a otra mujer de carne y hueso es sumamente censurable. En su obra Quizás la sangre, Amanda propone precisamente un juego de simbiosis entre todas las mujeres que ha amado, todos esos cuerpos femeninos que son: su Honduras, con sus verdes caderas, montañas y húmedos valles, la poesía con la humedad de su lengua envuelta en el más exquisito placer oral que pueda gozarse, la sangre recobrada como elemento no sólo de sufrimiento y muerte, sino como símbolo de la reproducción y de la fuerza productiva que cargan las mujeres en sus propias entrañas. Y, finalmente, la muerte, otra mujer que la acompañó siempre, y que nos acompaña a todos, aunque nos neguemos a verla.

En su poema Hechas de palabras, Amanda escribe:

Ella le decía que estaba hecha de palabras/ y lo estaba/ palabras que explicaban/ el misterio/ que lo envuelve todo/ el éxtasis de este amor/ encontrado casi al final del camino/ bajo una acacia/ florecido/

Amanda Castro afirma que las mujeres que escriben, porque están hechas de palabras, saben que si no se escribe se muere o se enloquece. Pero, las mujeres que escriben se ven forzadas a utilizar un discurso eminentemente masculino, falocéntrico y cuyas prácticas han sido, durante mucho tiempo, reflejo de los roles de género que la sociedad las obliga a mantener. Esto, sin embargo, es un arma de doble filo, por un lado, aunque la mujer escritora utilice un lenguaje masculino (y por lo tanto lo reproduce hasta cierto punto), también lo reconstruye, lo subvierte, lo reinventa al utilizarlo para expresar una experiencia eminentemente femenina.

La compiladora de Presente estás, Victoria Ochoa, nos ofrece un perfil íntimo de la poeta Amanda Castro y aborda detalladamente su trayectoria de vida, definida por la resiliencia con la que enfrentó cada obstáculo que se le presentó: su condición de migrante en los Estados Unidos; su lesbianismo en un país hetero normado y reacio a cualquier asomo de diferencia; su diagnóstico de fibrosis quística con un pronóstico de vida muy corto; su compromiso con el arte y la cultura en un medio poco propicio para desarrollarse en estos campos; y, finalmente, un golpe de Estado, en 2009, que acentuó el enorme retroceso que Honduras ya mostraba en materia de derechos humanos, democracia, desarrollo socioeconómico y cultural.

Como migrante, Amanda Castro, a pesar de ser discriminada, obtuvo un doctorado y un puesto destacado en la comunidad académica de Estados Unidos, que aprovechó para estudiar la cultura y sociedad hondureñas. La tesis para su doctorado en sociolingüística abordó las funciones semánticas del habla hondureña para analizar las variantes sociales e individuales de la sociedad. Producto del racismo sufrido en Estados Unidos, ella buscó sus raíces indígenas y a comprender la persona hibridada que era: mujer mestiza producto de la violación del blanco contra la india, mujer migrante para quien a veces el inglés es más fácil que el español, mujer hecha de retazos de esperanzas puestas en el alma por otro/as que estuvieron cerca de ella en sus días en Estados Unidos. De hecho, su obra Onironautas refleja sus raíces indígenas y adoptando tanto creencias religiosas como posturas políticas también híbridas.

Como miembro de la comunidad LGTBIQ+, Amanda Castro fue una de las primeras mujeres en reconocerse abiertamente, primero como bisexual, y posteriormente lesbiana. Desde su condición de escritora, académica y promotora cultural, abrió caminos para el reconocimiento del derecho a la diversidad desde los años noventa, cuando el tema era tabú en la conservadora sociedad hondureña, aun en los espacios considerados progresistas.

Una de las experiencias personales que más ha influenciado la escritura de Castro fue cuando en 1994 fue diagnosticada con una enfermedad que redujo drásticamente su camino por recorrer en esta vida. Aferrando su vida a una botella de oxígeno en sus últimos años, su poesía se vuelve más intensa, contestataria, rebelde, traviesa y viva que nunca. Como ella misma expresó “Hago lo que mi escaso aire me permite y más, porque el tiempo que me queda es poco y no lo puedo desperdiciar. Por eso, creo, escribo lo que escribo y me comprometo con las cosas y las personas que me comprometo”.

El golpe de Estado de junio de 2009 en Honduras desencadenó un movimiento social que, aun cuando no logró revertir esos hechos ni evitar el fraude y dictadura que se instauraron posteriormente, incubó una generación que no se calla, que cuestiona y exige mayor apertura, no solo a la dictadura, sino a las propias dirigencias formadas en una cultura patriarcal, hetero normada e impositiva. La poeta Amanda dedicó sus últimos meses de vida a combatir el golpe de Estado, y su ejemplo inspiró a esa generación cuestionadora.

Amanda Castro comenzó a escribir a temprana edad. Con tan solo 12 años escribió poemas; poemas que eran como viñetas de las cosas que veía y le impactaban. Escenas cotidianas de una niña que iba al colegio y que ya comenzaba a comprender las diferencias de clases y los privilegios. A esa temprana edad, ella comprendió que la poesía podía ser un mecanismo de denuncia con un provocador poder de cambio.

Incansable estudiosa de lo que ella llamaba «la lengua viva», dedicó los últimos años de su vida a escudriñar la forma de comunicarse de los hondureños y hondureñas. Ella afirma que le gusta más la lengua viva, no la gramática como «tiene que ser», sino la lengua como Es.

Amanda organizó talleres de creación literaria en Honduras y Nicaragua. Promovió y participó activamente en el diseño de políticas orientadas a garantizar derechos y servicios a la comunidad artística de Honduras. Organizó y llevó a cabo encuentros, presentaciones y coloquios de poetas, escritoras y académicas de todo el mundo. Editó y antologó obra hecha por mujeres de diferentes latitudes, impulsando iniciativas como el sello editorial “Ixbalam” o el grupo artístico “Siguatas”. El objetivo del Colectivo Ixbalam era el de estimular, la publicación de obras de calidad que impulsaran cambios en los comportamientos estereotipados de las culturas patriarcales, misóginas y homofóbicas, dando especial consideración a la producción de autores hondureños, y sobre todo a la de las mujeres. Dicha empresa colectiva inició uniendo sus esfuerzos a los de Rebeca Becerra, Ezequiel Padilla, María Arechaga y Evaristo López, personalidades inquietas, creativas y comprometidas del mundo cultural de Honduras.

Definitivamente el mejor homenaje que se puede hacer a una poeta como Amanda Castro es lo que la red lésbica Cattachas ha hecho con la publicación del poemario de Presente estás. Y especialmente al elegir el retrato de la poeta, realizado por el artista hondureño Denis Berríos con una técnica de acrílico sobre lienzo, de trazos impresionistas y composición de efecto de mosaico, en la que muestra el rostro de la poeta, de mirada y sonrisa afable, acuerpadas por una paloma de alas abiertas cuyo vuelo nadie puede detener.

Amanda Castro concebía el efecto democratizador de la lectura en voz alta. Para ella un poema sólo estaba terminado cuando era leído por otras personas. Para tal fin, ella consideraba que, para lograr esa sensación de conclusión, debía producirse una lectura pública, un recital que le permitiera ver en los ojos de la audiencia, los estragos de sus versos. En uno de los muchos homenajes realizados a Amanda, la poeta hondureña Alejandra Flores Bermúdez le dedicó los siguientes versos:

Poeta

Desde la muerte

Retornas

Cual ave fénix

En libros y evocaciones

Amanda creía firmemente que la poesía, en todas sus manifestaciones (el canto, la música, el drama, la pintura, la arcilla, la danza de los cuerpos y el amor), es la única que puede ayudarnos a recobrar nuestra historia, a hilvanar nuestra conciencia con las palabras y el recuerdo, que no muere y tampoco perdona.

En su poema Y cuando ausente estás, ella declama:

Y cuando ausente estás/ escribo estas palabras/ inútiles/ para llenar de versos/ tu vacío/ pavoroso/ el hueco de tu cuerpo/ ausente/ sobre mi cuerpo/ Para traer con ellas/ la luz/ de la sonrisa/ dibujada en tu cara/ el café/ profundo/ la mirada transparente/ muestra tu espesura/ tu soledad a cuestas/

Efectivamente la voz de la poeta Amanda Castro renace con cada ocasión que leemos sus versos y sus poemarios. Nos trae la luz de su sonrisa y la claridad de su mirada transparente. Amanda, con la intensidad de sus composiciones sigue viva, ayudándonos a recobrar nuestra historia, a hilvanar nuestra conciencia con las palabras y el recuerdo, que no muere y tampoco perdona.


Amanda Lizet Castro Mitchel escribió Presente estás y la red Lésbica Cattrachas, bajo la compilación de Victoria Ochoa la publicó en 2020.

Nació́ en Tegucigalpa 1962 y murió en 2010. Fue una poeta, narradora, gestora cultural e investigadora hondureña, con una maestría en Lingüística española y un doctorado en Filosofía con especialidad en Sociolingüística Latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh.

Radicó en Estados Unidos en 1985, se desempeñó como profesora asistente de español en la Universidad de Colorado. Su labor se orientó a la promoción de las creaciones artísticas y literarias realizadas por mujeres a través de publicaciones y encuentros internacionales. Se especializó en roles de género en las prácticas discursivas de Centroamérica. Años después, regresó a Honduras y fue una gestora cultural que articuló múltiples proyectos culturales, políticos y literarios. En su obra literaria y en su vida, fue una defensora de los derechos de las mujeres, con especial énfasis en las mujeres de las maquilas.

Alguna de sus publicaciones son Poemas de amor propio y de propio amor, Celebración de Mujeres, La otra cara del sol, Quizás la sangre, Una vez un barco, Onironautas, El paso de la muerte, Gramas, Viajes y sueños: reflexiones sobre creación e identidad y Otros testimonios: voces de mujeres centroamericanas. La organización Red Lésbica Cattrachas publicó el libro póstumo Desnuda y sin tregua.

En 1993 obtuvo el Premio de Poesía en el 56º. Certamen de Juegos Florales de México, Centroamérica y el Caribe, realizado en Quetzaltenango, Guatemala por el libro “Celebración de mujeres”. En 2008 el gobierno de Honduras le otorgó la Hoja del Laurel en Oro como reconocimiento de su aporte a las letras hondureñas.


Fuentes consultadas:

  • Castro, Amanda. Presente estás. Tegucigalpa: Red lésbica Cattrachas, 2020.

  • Ramos, María Eugenia (2020). Mujer que cambió el curso del sol. En disentimientos, el blog de maría eugenia ramos (26 de abril). Recuperado de: enlace

  • Ochoa, Victoria (2018). Representaciones poéticas de la femineidad en la obra de Amanda Castro. En Universidad Nacional Autónoma de Honduras (26 de abril). Recuperado de: enlace

  • Castro, Amanda (2021). Entre la piel y la esperanza. En Diario El Heraldo, Poetas del Bicentenario, 13 (26 de abril). Recuperado de: enlace

  • Barahona, J. D. C. (2012). Entrevista con Amanda Castro en Tegucigalpa. En Confluencia, 27(2), 241–249. Recuperado de: enlace

  • Entrevista con Amanda Castro, la mujer palabra (2020). En El Pulso, (20 de enero). Recuperado de: enlace

  • del Mar López-Cabrales, María (2012). Homenaje a Amanda Castro: poeta de la reivindicación. En Confluencia: Revista Hispánica de Cultura y Literatura, vol. 27, no. 2, spring 2012, pp. 229+. Recuperado de: enlace

  • Nóchez, María Luz (2019). Centroamérica y su dilema con la diversidad. En El País (28 de junio). Recuperado de: enlace

  • Quintela Babio, Carmen (2018). La valentía de identificarse como lesbiana en Guatemala. En Plaza Pública (25 de abril). Recuperado de: enlace

  • Las lesbianas estamos en todos lados (I) (2016). En Diario de Centroamérica (16 de septiembre). Recuperado de:enlace

  • Avanzando por los derechos LGBTIQ+ en Centroamérica (2022). En Hivos. Recuperado de: enlace

  • Las mujeres lesbianas en Guatemala: una aproximación a sus demandas sociopolíticas (2021). En NDI. Recuperado de: enlace

  • Centroamérica, una región hostil para las mujeres y sus derechos (2024). En Expediente Público (8 de marzo). Recuperado de: enlace

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